Explorando el contorno de un grupo…

En una ocasión, escuché mencionar a Mauge Cañada que las personas que formamos parte de los grupos estamos situadas en su contorno, ni dentro ni fuera, somos parte del contorno del grupo.

Si visualizamos un grupo como un círculo, podríamos pensar que para formar parte del grupo, habríamos de estar situadas como puntitos en el interior del círculo, y si no fuéramos parte del grupo, estaríamos situadas como puntitos fuera de ese círculo.

Imaginemos ahora que las personas que formamos parte de un grupo estamos situadas sobre la línea de la circunferencia, esto es, justo en su contorno. De esta manera cada persona tendrá una parte de ella dentro del grupo y otra fuera. ¡Esto es un alivio! Un alivio para las personas, porque quiere decir que para ser parte de un grupo no necesitamos ser 100% afines con el grupo, ni comportarnos exactamente según los patrones de conducta valorados en el grupo en cada momento. Y por otro lado, un alivio para el grupo, pues el grupo no fue creado para satisfacer el 100% de las necesidades personales de cada una de las personas que lo integran, y puede haber partes de las personas que no caben en ese grupo, o necesidades personales que no tienen porqué ser satisfechas a través de ese grupo.

¿Y de qué se componen estos contornos de los grupos? La línea límite de ese contorno (que es, por supuesto, móvil) suele estar construida en un momento dado por los sentimientos que son bloqueados por el grupo y las personas, por las creencias del grupo, por sus “absolutos” (“lo que se puede hacer o decir aquí, y lo que no se puede”, “lo que somos” y “lo que no somos”, los estilos permitidos y los que no…). De este modo, en cada momento habrá una parte de cada persona del grupo, mayor o menor, que se sitúe dentro del círculo, y otra que se sitúe fuera, pues de manera inevitable, no somos 100% iguales y dentro de los grupos hay diversidad (se exprese ésta o esté reprimida).

¿Qué me encuentro con cierta frecuencia en los grupos? Que tendemos a negar cierta diversidad, que la parte mía que no cabe en el colectivo, que se sale fuera del círculo, la escondo, para no ser inapropiada/o en ese colectivo, para no dejar de ser apreciada/o. Y así construimos la falsa sensación de estar todas las personas del grupo contenidas dentro del círculo, de ser muy parecidas en la superficie. Sin embargo, las partes fuera del círculo existen; son las que a veces tienen dudas respecto al operar del grupo, las que tienen otros sentimientos que no mostramos para no salirnos de lo que está bien visto en el grupo, las que no se identifican con lo que está sucediendo en el grupo, las que necesitan otras influencias y espacios para nutrirse, etc. Aunque pueda parecer extraño, los grupos se cohesionan en la medida en que generan espacios seguros para poder traer a lo visible esa diversidad que existe y comenzar a acogerla y reconocerla.

Es la metáfora de la cuerda, la tensión unidad – diversidad: si en un colectivo hay una alta homogeneidad, la tensión de la cuerda es prácticamente inexistente, está fofa. Según vamos pudiendo traer a lo visible cierta diversidad dentro del grupo, y ésta puede ser acogida por el grupo, le vamos dando un poquito más de tensión a esa cuerda. Y una cuerda afinada, con la tensión adecuada, puede producir música. Es en esa música donde los grupos se cohesionan a un nivel más profundo, donde exploran su diversidad y ponen en valor la abundancia presente en el grupo, donde acceden más fácilmente a su inteligencia y sabiduría colectivas. Y a la vez, esta tensión tiene límites, ¿Qué pasa si seguimos aumentando la tensión de esa cuerda, añadiendo más y más diversidad? Pues que la cuerda puede acabar por romperse por la sobretensión.

Cuando comenzamos a generar los espacios seguros para poder mostrar nuestra diversidad dentro del grupo y acogerla, estamos generando la confianza, favoreciendo la transparencia. Para mí es importante acompañar al grupo del siguiente modo: comenzar por trabajar primero qué es lo que nos une y reconocerlo, para poder acceder después a indagar qué nos diferencia, que no tiene porqué ser lo que nos separa, ojo. Con ello, reconociendo lo que nos une, comenzamos a construir la cohesión. Y la fortalecemos cuando podemos empezar a traer a lo visible esa diversidad en un espacio en que el grupo pueda empezar a acogerla y reconocerla. Y al hacerlo, hay una parte nuestra aliviada al saber que, aunque nombre algo que puede salirse del “manual de conducta” del grupo, será escuchado e integrado como la vivencia de una parte del grupo. Y, a veces, estas vivencias “marginales” podrán encontrar resonancia en otras partes del grupo y esto nos permitirá iniciar una indagación colectiva en la que quizás podamos actualizar alguna parte de nuestra identidad como grupo o nuestras identidades como personas que formamos parte del grupo.

Este tipo de labor con los grupos la hacemos desde un espacio de gestión grupal que a veces no es tan conocido aún: el espacio para la gestión emocional del grupo y para la transformación del conflicto. Construimos un espacio en el que podemos relacionarnos de persona a persona (más allá de los encuentros entre roles que se dan en los espacios más organizativos como la asamblea, que es el espacio formal para la toma de decisiones y para la parte organizativa del proyecto). Tratamos de generar un espacio seguro en el que podemos nombrar las cosas difíciles antes de que sea demasiado tarde, en el que tejemos un red fuerte que nos cohesiona como grupo.

Cuando exploramos con un grupo su contorno, estamos indagando en la parte del grupo como sistema vivo, cambiante. Facilitamos que el grupo y las relaciones personales dentro de él puedan evolucionar gracias a las personas, y viceversa, que las personas puedan evolucionar a través del grupo. Digamos que nos interesa, más allá de los absolutos, entender qué valores nos unen y entender la posible diversidad de estrategias de que disponemos como grupo para llevarlos a cabo. Entender que los grupos estamos vivos, somos sistemas complejos dinámicos, y que el equilibrio en un grupo es también dinámico, no es que lleguemos a él, si no que nos acercamos y alejamos constantemente.

Los sistemas vivos disponemos de membranas para relacionarnos con el entorno e intercambiar sustancias. En ello nos va la vida. Y los grupos disponen de una membrana, en la que, entre otros elementos, nos situamos las personas, como elementos permeables que pueden enriquecer al grupo y aportar cambio, y que, a su vez, pueden ser enriquecidas por el grupo y apoyadas en su proceso de cambio.

Por “Aua” (Miguel Plaza)

“Hablar desde mí”: del mensaje al testimonio

Del mensaje al testimonio: otro pasito en el cambio de paradigma.

Desde la escucha activa, la comunicación empática y otras herramientas o metodologías, escucho desde hace algunos años nombrar el hecho de “hablar desde mí”. Voy a indagar a qué me refiero con este “hablar desde mí”. Trataré de compartir cómo lo vivo yo, en unas pocas líneas.

Para mí la idea semilla es “pasar del mensaje al testimonio”. Cuando doy testimonio de algo que he vivido o sentido, cuento cómo ha sido para mí, cómo lo he vivido yo, qué cosas me han sucedido a mí en relación a esa situación o vivencia. Y entiendo que esto que cuento es una realidad parcial o una parte de la realidad, pues quizá otras personas lo haya vivido de otro modo, y ambas versiones caben y pueden sumarse. Es decir, hablar desde el testimonio viene con un regalo: salir de la visión de la verdad absoluta y universal, liberándonos del querer tener razón y dominar. Nos acercamos a entender que compartimos una visión parcial y que puede cambiar (temporal) de una realidad. Porque cuando doy testimonio, puedo legitimar mi testimonio y a la vez querer escuchar también a quien trata de compartir el suyo hablando desde ella para traer su vivencia. Aquí es donde abrimos el espacio de la escucha, el espacio de la creatividad, ¿qué es aquello que emerge cuando ambos/ varios testimonios se encuentran y danzan para generar algo nuevo que ninguna traía? Este es el espacio del diálogo, donde se da el caldo de cultivo para que puedan emerger la sabiduría colectiva, la creatividad o el diálogo generativo.

Comparto dos ejemplos para tratar de ilustrarlo con un caso concreto:

– Situación: acabo de comer un plato que me ha gustado.

– Mensaje: es lo mejor comer pasta italiana, no hay como l@s italian@s haciendo pasta…

– Testimonio: he disfrutado mucho comiendo esta pasta, cómo le agradezco a quien la haya traído y a quienes la hayan preparado. ¡Me ha encantado!

Otro ejemplo contextualizado en el propio tema que tratamos:

Situación – alguien está entusiasmada comenzando a practicar escucha y comunicación empáticas.

Mensaje – la comunicación no violenta tendría que estar en todos los colegios, le hace una falta al mundo… Si toda la gente aprendiera un poco de esto no habría la mitad de tensiones y conflictos que hay.

Testimonio: he descubierto la comunicación no violenta y la escucha. Estoy conmovida, me está sirviendo mucho para traer claridad a situaciones que vivo, para entenderme mejor a mí misma, y me encuentro más segura en mi relación de pareja a la hora de nombrar las cosas. He podido nombrar algo que hacía tiempo que me perturbaba y hemos podido entendernos… Cuando imagino el potencial que podrían tener estas herramientas en nuestra educación si las aprendemos desde chiquis, me viene un subidón, me emociona y me encantaría dar mi apoyo para que fuera así.

Desaprendiendo…

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“Desaprendiendo” es la palabra que da título a este espacio, y si bien el espacio va mucho más allá de esta palabra, me gustaría compartir qué me quiere decir esta palabra, qué procesos hay tras ella. Para mí el desaprendizaje … Continue reading

La facilitación de grupos

Me emociona presentar esta página sobre facilitación de grupos, escucha activa y comunicación no violenta, y otras herramientas para dar apoyo a la transformación social y colectiva, en diálogo constante con nuestra transformación interior.

Indago sobre cómo traer la cultura de la facilitación a nuestra cotidianeidad, desde la reconexión con una misma, con las otras y con la naturaleza que somos. Un proceso de diálogo entre la transformación interior y la transformación grupal y social.

La motivación de este blog es crear un espacio para compartir herramientas para la gestión del espacio grupal y las relaciones. Un espacio de reflexión, activación y difusión, en el cual es importante en esta tranformación mantener una perspectiva de género y transgénero. Mi deseo es acercar estas herramientas a las personas y colectivos que colaboran (o desean hacerlo) para generar colectivamente una nueva cultura social basada en el apoyo mutuo, las relaciones equivalentes y la autonomía e interdepencia como formas de construir colaborativamente aquello que queremos ver en el mundo.

Damos también la bienvenida a personas que comienzan un tránsito en su vida hacia vivir mayor compromiso social y colectivo, o bien que conviven o laboran con otras personas y desean comenzar a desarrollar otras herramientas para generar relaciones más equivalentes, formas de comunicación más empáticas, e integrar la escucha como herramienta de cambio.

Promoviendo el desaprendizaje de nuestros patrones aprendidos sobre competición y relaciones de dominación y aportando herramientas para dejar lugar a que emerja la escucha, la comunicación empática, la colaboración, el apoyo mutuo y la sabiduría colectiva como formas de facilitar formas más sostenibles de estar juntas en este mundo.

Viviendo la facilitación como semillas a esparcir, como herramienta y camino para el empoderamiento colectivo, personal y social; como forma de promover la toma de consciencia y la autonomía e interdependencia de las comunidades y las personas.

Seguimos caminando…