Desaprendiendo…

“Desaprendiendo” es la palabra que da título a este espacio, y si bien el espacio va mucho más allá de esta palabra, me gustaría compartir qué me quiere decir esta palabra, qué procesos hay tras ella.

Para mí el desaprendizaje es el proceso de soltar algunos condicionamientos aprendidos para poder poner conscientemente en su lugar aquello que deseamos poner en este mundo. Nos facilita pasar del pensamiento reactivo y limitante al pensamiento creativo, del NO al SÍ, de la cultura de la queja a la de la (co)rresponsabilidad, del “podre sobre” otros al “poder junto con o poder para”. Soltamos aquello que “empobrece nuestro mundo” y nos aleja de nuestros sueños altos, para dar espacio a “aquello que lo enriquece y afina con nuestros anhelos”.

El proceso de “desaprender” o “hacer espacio en el lienzo (o el disco duro)” es un proceso de tomar consciencia de estos automatismos o condicionamientos que nos llevan a reproducir patrones que no deseamos, de “darnos cuenta” de ellos para poder ir desapegándonos de ellos y dejarlos marchar.

Dos procesos van muy ligados al desaprendizaje para mí: la DESOBEDIENCIA de aquello que nos oprime estructural y cotidianamente y que no compartimos como forma de construir el mundo, y el LIDERAZGO DE NUESTRAS PROPIAS VIDAS, esto es, la AUTODETERMINACIÓN para construir desde el Sí aquello que sí deseamos poner en este mundo.

Entonces… ¿qué nos separa a veces de caminar hacia esos lugares del cambio que deseamos ver y encarnar? Desde donde miro, el proceso de desaprender, de poder soltar lo aprendido para dar espacio a lo elegido es determinante para iniciar este camino. Y a veces es un proceso que pasamos por alto, mientras tratamos de pintar en un lienzo ya lleno de colores y mientras percibimos intuitivamente la dificultad de hacerlo.

Y en este proceso podemos requerir laborar con el desapego y reconocer nuestra diversidad interna, practicar los espejos o feedback, resignificar nuestra forma de mirar, nuestro paradigma de pensamiento y nuestra forma de estar en este mundo…. Mirando desde la aceptación, sin juicio y con empatía hacia nosotras y nuestras relaciones, y… estando dispuestas a renacer, a poner en el fuego lo que no nos sirve para dejar espacio a lo que deseamos. Celebrar esas muertes en minúsculas que nos permiten renacer con más vida…

Hemos hablado también de pasar de nuestra parte reactiva a nuestra parte creativa, del paradigma de la escasez al de la abundancia: del aparente único camino posible, ese aprendido y grabado a fuego a base de repetirlo, a las múltiples estrategias y caminos posibles que me/nos acercan mi/nuestros anhelos o sueños. Cuando hablo de esa parte reactiva nuestra me refiero a aquella conectada a ese automatismo que ante una causa nos dispara a una reacción inmediata de manera inconsciente, como si fuera la única respuesta posible; y cuando hablo de la parte creativa me refiero a aquella que al vivir una situación puede observarla, nombrar los hechos, saber cómo lo ha vivido y decidir qué opciones generar para cambiar la situación y cuál poner en ese lugar para probar a transformar la situación. Tomando lo que sucede como información, sin necesidad de juzgarlo ni pasar por la culpa o el autocastigo.

Para mí, hablar de desaprender, más allá de una situación concreta, hace alusión a un proceso relativo a nuestra identidad y a nuestras culturas grupales. Está más cercano a desapegarnos de esos rasgos que hemos normalizado y que tomamos por nuestra identidad, y que por otro lado se interponen entre nuestra intención o deseos y nosotras. Aquello que nos cuesta desaprender (aunque sepamos que nos duele) puede ser aquello que nos acompaña desde tiempo atrás, que es un mandato de nuestras culturas familiares o grupos, de nuestro contexto, “que sólo podría ser de esa manera”, y que parece que hubiéramos heredado y grabado a fuego en nuestras mentes y cuerpos. Veo que cuanto más normativo sea un rasgo, es decir, más aceptado en la sociedad o corriente dominante de nuestra entorno, más complejo puede ser el paso inicial de pensar que “podría ser de otra forma”.

Por supuesto este desaprendizaje está muy relacionado con tomar consciencia y transformar los patrones de poder en nuestras relaciones, los patrones de identidad de género y relaciones de género, nuestra formas de comunicación y escucha, con el desarrollo de nuestra habilidad emocional y el ejercicio de la honestidad, la transparencia y la vulnerabilidad.

El desaprendizaje “quema la leña vieja” y toma distancia de aquello que ha estado en nosotras recurrentemente, a fin de generar el espacio para posibilitar el aprendizaje, la transformación y los procesos de cambio generativo. La escucha y sus herramientas serán aliadas para este proceso de desaprendizaje…

Para mí es un gran reto y a la vez un una búsqueda el ahondar en la comprensión de estos procesos de desaprendizaje para poder apoyar los procesos de transformación interior y transformación colectiva, ponerlas en diálogo y enriquecerlas mutuamente, apoyando en la generación colectiva de una cultura de la equivalencia, la colaboración y la sostenibilidad.

Un trabajito para un par de vidas, de modo que agradezcámonos cada paso dado en este rumbo, es nuestro regalo al mundo…